El concepto de Internet de las Cosas tiene su origen en 1999, cuando Kevin Ashton lo propuso en un marco de investigación dentro del MIT.
A priori, se piensa en una utilidad práctica. Si diversos objetos como libros, heladeras, paquetes, lámparas, botiquines, autopartes, por mencionar solo algunos, estuvieran conectados a Internet y provistos de equipos de identificación, se podrían reconocer artículos sin stock, medicamentos vencidos o componentes ya que han cumplido su vida útil y debe ser reemplazados por seguridad u obsolescencia.
En líneas generales, las aplicaciones se podrían organizar en tres ramas de uso principales: consumidores, empresarial e infraestructura. El primer caso implica aplicaciones de IoT en productos como autos, sistemas de entretenimiento, automatización del hogar y electrodomésticos (lavadoras, secadores, aspiradores robóticas, entre otros). La segunda rama de uso remite a dispositivos utilizados en entornos de negocios y corporativos. Por citar un ejemplo, muchos medios de comunicación recurren a IoT integrado en dispositivos para acciones de mercadeo y estudiar hábitos de consumo. Por último, se menciona la aplicación de IoT en la administración de infraestructura. En este caso, se busca optimizar el seguimiento, la automatización y el control de operaciones (tanto en entornos urbanos como rurales), de puentes, vías de ferrocarril o parques eólicos, entre otros. Por citar algunos ejemplos locales, el Centro de Monitoreo Urbano en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o el Sistema de Alertas de Tormentas (SAT), caerían dentro de esta última categoría de uso de IoT. El Centro de Monitoreo Urbano es el punto neurálgico de la Red Integral de Monitoreo, con más de 10.000 cámaras instaladas entre colectivos, subterráneos y vía pública, monitoreas 24x7. El SAT, por su parte, consiste en una red de información en tiempo real que permite anticipar en forma precisa la llegada a la Ciudad de fuertes precipitaciones, sudestadas y diferentes fenómenos climáticos, pudiendo predecir con una antelación de 90 a 120 minutos, en qué zonas de la Capital Federal y el área metropolitana habrá tormentas fuertes, con una precisión de 4 km.
Si se piensa en el uso de tecnologías de Internet de las Cosas aplicado específicamente a la producción industrial y el ámbito de la manufactura, se reconoce una sub rama identificada como Internet Industrial de las Cosas (IIoT, por sus siglas en inglés).
IIoT incorpora el aprendizaje de máquina, Big Data y saca provecho de la información suministrada por sensores, la comunicación de máquina-a-máquina y la automatización ya presente, desde hace tiempo, en los entornos industriales.
La lógica que prima en el IIoT es el aprovechamiento de las máquinas inteligentes no sólo para capturar sino también para comunicar datos con exactitud y coherencia. A partir de ellos, las empresas pueden captar ineficiencias y problemas con antelación, ahorrando tiempo y dinero en costos operativos y productivos. Puntualmente, en lo que se refiere a la fabricación, el IIoT presenta un gran potencial para el control de calidad, las prácticas sustentables y la trazabilidad en la cadena de suministro. La industria automotriz se perfila como uno de los sectores con mayor oportunidad a nivel mundial para su transformación hacia un ecosistema de producción digital integrado con Internet. En ese sentido, un informe de la consultora ABI Research destaca que la industria automotriz lidera la adopción de la mayoría de las tecnologías de fábrica digital, incluyendo la manufactura aditiva, la conectividad IIoT y la robótica.
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